Cuento que da nombre al libro de cuentos                        de la escritora Edith Canseco para chicos de 9 a 12 años                          y que obtuvo una mención especial en un certamen del                        Ministerio de Educación. 
    UN MUNDO DISTINTO
    
      Todo está listo para el ataque a Irak. En Washington                          un francotirador se entretiene haciendo blanco en la                          cabeza de distintos transeúntes. En Bali el mayor                          ataque terrorista desde el 11 de setiembre. En nuestro                          país los secuestros express y los asaltos sangrientos                          están a la orden del día.
      Inocencio escucha, lo mismo que sus padres, las noticias                          que pasan por la televisión. Un silencio cargado                          flota en el ambiente hasta la hora de acostarse.
      La mañana se presentó con temperatura primaveral                          y el cielo diáfano acompañando al alegre                          desayuno disipó cualquier resabio de temor o intranquilidad.
      Con impecable delantal blanco, Inocencio se despidió de                          sus padres y un poco saltando, otro poco corriendo y                          el resto caminando, llegó hasta la casa de su                          amigo Cándido que en ese momento salía                        de la suya para ir juntos a la escuela.
     - “Anoche estuve en Marte “ – le                          confió Inocencio
    .“¿A qué hora? – preguntó Cándido.
    - “Mirá, yo me fui a dormir y no sé cuándo                          una luz fuerte me 
      despertó. Me asomé a la ventana y vi que en el jardín    había una 
      nave con la puerta entreabierta y un marciano que me hacía 
      señas para que me acercara. Yo salí por la ventana para no 
      despertar a mis padres y apenas subí a la nave partimos”.
     - “Y ¿qué viste?”.
    -	Durante el viaje                            (que duró muy poco), ví estrellas                          y piedras 
      iluminadas que caían, pero al llegar, encontré una                          ciudad muy 
      distinta a la nuestra. No hay coches ni bicicletas. Las personas 
      se deslizan a la velocidad que quieren y viven en casas extrañas 
      sin puertas, con camas de nubes que son muy cómodas y mesas 
      de flores. Ciertos pájaros son los encargados de servir la comida 
      en platos de hielo”.
     - “ Y ¿qué comen?” – interrumpió Cándido.
     - “No se bien cómo explicarte. En realidad                          son como pequeñas 
      bolitas de colores que al ponerlas en la boca se deshacen y tiene 
      un sabor irreconocible pero sabroso. Lo estaba pasando muy bien 
      aunque muy preocupado por volver, pero me aseguraron que 
      estaría de regreso a tiempo para ir a la escuela y ya ves, aquí 
      estoy”.
     - “¡Qué interesante!. ¿Se                          lo contaste a tus padres?”
     - “No. Primero que no me creerían                            y segundo que ellos viven muy 
      preocupados no sé por qué. Y vos, ¿qué hiciste    anoche?”.
     -“ Yo después que vimos el noticiero por                          televisión y viendo que mis 
      papis estaban bajoneados, fui al jardín para buscar                          a Pedro, el 
      renacuajo que vive en el fondo, cerca de la parrilla.                          Y ¿querés 
      creer que me habló?. Claro que nos conocemos desde                          hace 
      mucho tiempo y por eso lo hizo, pero el motivo principal era que 
      estaba preocupado porque su amigo el cienpies se había roto una 
      pata y le dolía mucho. Yo le pedí que me acompañara hasta 
      donde estaba y cuando me acerqué vi que lloraba del dolor. ¡No 
      me piques! – le dije – y lo tomé entre mis manos. Como pude    le 
      enderecé la patita, le puse un palito para sotenerla y eso lo alivió 
      mucho. Tanto él como Pedro no sabían como agradecerme. Les 
      dije que volviera para sacarle el palito cuando el pie se le curara 
      y se fueron muy contentos”.
     - “ A mi también me gusta curar a los                          animales.¡Son tan 
      agradecidos!” – dijo Inocencio.
    - “ Decime Inocencio, ¿viste                            todas las cosas malas que pasan por 
      televisión y que preocupan a nuestros papis?. ¿Vos                          qué 
      pensás?”.
    - “Sí, las he visto. Pero mirá Cándido                          mejor no le des importancia. 
      Es la forma que tienen los adultos de jugar y siempre eligen 
      juegos peligrosos de los que después se arrepienten y ya no 
      pueden volver atrás”
    - “ Tenés razón.                            Ya llegamos al cole, vayamos a lo nuestro. Nos 
      espera mucha tarea. Nuestro futuro se basará en                          nuestros 
      estudios y en nuestro comportamiento. No debemos oir a los que 
      pierden su rumbo por el poder”.